jueves, 23 de julio de 2009

Sacando la basura

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La rutina diaria de nuestro hogar es incesantemente estar sacando la basura, y tirando aquello que no permite que nuestro ambiente se sienta fresco y limpio. Imaginemos un hogar donde la basura y los desperdicios se acumulan día a día. Se respiraría un aire contaminado, olores fétidos, y el resultado sería catastrófico, se acumularían los insectos, plagas y quizás enfermedades, aún me atrevería a afirmar, habría peligro de muerte, por las infecciones que esa podredumbre pudiera causar.

Es así con nuestras vidas. Muchas veces no entendemos porque estamos reaccionando de una u otra manera. O por qué las emociones se llegan a apoderar de nuestros pensamientos, llevándonos a una muerte en vida. Muchas veces no entendemos por qué nuestras relaciones con las personas se cortan y no podemos vivir en paz. O simplemente se nos escapó la alegría de vivir, y lo único que despedimos es un olor a amargura y descontento.

Y la razón es porque dejamos acumularse la basura en nuestra alma y en nuestra mente. La ira, el rencor, el enojo, los malos pensamientos. El chisme, la maledicencia, las críticas destructivas. Las pasiones bajas y los malos deseos.

Es urgente que cada día recapacitemos, y sometamos nuestras vidas a un examen de conciencia, para poder detectar de donde salen todas nuestras reacciones negativas. Y que seamos prácticas, y limpiemos nuestras vidas a diario de toda esa basura que estamos acumulando.

Procurar alejarnos de las fuentes que provocan esa podredumbre mental y emocional también sería bueno, y dejar por un lado los malos hábitos y las malas costumbres. Es muy fácil dejar entrar lo malo... más aún, dejarlo habitar en nosotros y requiere un esfuerzo muy grande de nuestra parte, realizar la tarea de limpieza. Pero no es imposible.

Doblar las rodillas en oración día a día, pidiéndole al Señor nuestro Dios que quite todas las cargas de nuestro corazón, que limpie nuestras mentes y que su Santo Espíritu, el cual habita en nosotros, pueda tomar control de todos aquellos desórdenes carnales que puedan estar surgiendo en nosotras.

Disciplinar nuestra vida y mente a mantenernos alejadas de todo eso que nos daña, y nos aleja de nuestro prójimo y de Dios. Y así, mantener este hogar interior limpio y fresco, una vida que refleje la paz y la armonía, el amor de Dios. Y que su aroma, se un fragante incienso delante de Dios y de los hombres. ¡Empecemos la labor ahora mismo!

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad.
(Filipenses 4:8)

miércoles, 8 de julio de 2009

El Miedo

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Existen infinidad de mujeres hoy en día que no salen a la calle por el llamado "pánico". Hay muchas personas que no toman decisiones valederas para su vida porque se conforman con lo que tienen y les da "temor" dar un paso adelante. Nos llena el miedo a la enfermedad, nos embarga el miedo al futuro. Tenemos pánico que las situaciones que más tememos... nos lleguen a alcanzar.

El mundo está sumido bajo el control del "miedo". Por miedo a esto o a aquello no nos atrevemos a creerle a Dios, y no vivimos vidas plenamente completas y felices. Hace mucho tiempo, según nos relata la Biblia, existían personas a quienes su valor y su creencia les dió el galardón de ser llamados "valientes". Hoy en día existen algunas personas que conocemos que podríamos también llamar así pero son pocos... los valientes escasean.

El miedo no es sino la manera en que la gente hace caso de las mentiras del diablo. Simple y llanamente, y hablándolo en terminología cristiana, es así. Abrimos nuestros oídos a tantas cosas negativas, y nos vivimos cuidando de que no suceda. La fé, cuya definición en la Biblia es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1) puede actuar tanto de forma "positiva" como en forma "negativa". Y he aqui donde debemos tener cuidado de que todo lo que nuestra boca proclame o nuestra mente piense no se convierta en una fe negativa que atraiga a nosotros todo eso en lo que estamos creyendo.

Mi padre siempre ponía como ejemplo (y creo que es un ejemplo muy utilizado a nivel mundial) como si en una hoja blanca hay un puntito negro, nuestros ojos se desvían a ver el punto negro y no el amplio lienzo blanco que lo rodea. Es así con las cosas a las cuales les tenemos temor. La pobreza, la escasez, el divorcio, la enfermedad, la muerte... y tanta cosa negativa, que viene a nuestra mente... escuchamos la voz del diablo... y hacemos a un lado la voz de Dios.

Está establecido también que el diablo es "padre de mentira"... entonces... ¿Por qué escucharle y hacerle caso? ¿Por qué vivimos en una negatividad tremenda diariamente esperando lo peor? cuando Dios nos ha dicho que seremos bendecidos sobreabundantemente, y lo repite sin cesar a lo largo de todas las escrituras.

Es tiempo que renovemos nuestra mente, es tiempo que como mujeres de Dios, hijas de un Padre que es el rey de todas las verdades, podamos creer en fé positiva para nuestras vidas. Que tengamos la certeza de que lo que nos espera, es bueno, y nada más que eso. Que si bien es cierto, no es fácil llegar a alcanzarlo -hay que luchar- tampoco es imposible y está ahi para que nosotras lo alcancemos. Paz, bendición, abundancia, provisión, vida, salud, unión para nuestras familias. Y mil bendiciones más están ahi... para que corramos por ellas.

Si en tu vida quiere entrar el temor, abrázate a la Palabra y escudríñala, te darás cuenta de que para cada situación hay una respuesta, y para cada miedo, hay una esperanza de verdad. Creeamosle a nuestro Dios.

Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?

Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.

He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.

Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.

El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.

Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.

Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.

(Salmo 121) RV