lunes, 24 de agosto de 2009

¿Por qué Dios no me oye?

http://hijiyyo.files.wordpress.com/2007/05/sola.jpg

Hay cosas que nos alejan de Dios. Que quizás no nos damos cuenta y las realizamos a diario. una de ellas y quizás en la que quiero enfocarme el día de hoy es en la altivez del corazón... creernos y tener un concepto mucho más alto de nosotras mismas... que el que deberíamos tener.

Cuantas personas pasan a diario lastimando a otras, sin darse cuenta, sin ser conscientes. Simple y sencillamente porque es una actitud que quizás aprendieron en sus hogares, desde muy niños y lo ven tan normal. El despreciar a una persona, es despreciar a Dios, el hacer acepción de personas, es abominable a Dios y el tener un corazón altivo... es mucho más grave aún. "Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores." (Santiago 2:9)

Hace poco escuche de los labios de una niña, casi adolescente, que ella era racista, porque su madre lo era tambien. Se refería a sus compañeros de clase como lo más bajo... preguntándose como personas con la apariencia diferente a la de ella (piel más oscura, rasgos más indígenas) podían estar en un colegio como el de ella. Una hija de una persona cristiana, y una persona cristiana que desprecia a sus hermanos, error garrafal.

Y es así que muchas veces nos preguntamos ¿por qué Dios no nos escucha? ¿Por qué se aleja de nosotras?, revisemos nuestro actuar diario. Enfaticemos siempre la humildad en nuestra vida, amemos como Cristo amó y despojémonos de todas esas actitudes de soberbia y altivez que quieren hacer nido de nuestro corazón. Nunca es tarde para volver atrás en cuanto a las actitudes negativas y borrarlas de nuestro diario vivir.

Tengamos cuidado de como nos dirigimos a las personas, delante de nuestros hijos. Si tenemos personal de servicio doméstico en nuestro hogar, tratémosles con misericordia, y no los releguemos al papel de esclavos domésticos... esas épocas ya pasaron. Aceptemos que la misericordia y el amor hacia los demás es lo que tiene que estar vigente en nuestros corazones y dejemos por un lado la creencia que tenemos un lugar privilegiado entre los demás... y que eso nos da derecho a sentirnos superiores. Nadie a los ojos de Dios es superior a nadie. Todos somos iguales, y es una tristeza que muchas veces no nos demos cuenta.

Mujeres, somos nosotras las forjadoras de vidas, y el ejemplo que demos a nuestros hijos es primordial para crear generación de vidas humildes al servicio de Dios, con un corazón amplio con una capacidad de amar enorme. Si realmente nos llamamos cristianos, sigamos los pasos de Cristo Jesús, a quien no le importó el origen, ni la condición social de las personas que le seguían, sino vió aún más profundo, vió directo al corazón.

Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes:
Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener,
sino más bien piense de sí mismo con moderación,
según la medida de fe que Dios le haya dado.

Romanos 12:3