miércoles, 9 de marzo de 2011

DECISIONES...

Todos en la vida tenemos que tomar decisiones. Decisiones en cuanto a lo que queremos ser en la vida, los estudios, matrimonio, viajes, amistades, trabajo, cambios, con los hijos, con nosotros mismos. Hay decisiones que se hacen a la ligera y por consiguiente, traen consecuencias lamentables, hay otras que se hacen con sabiduría y en el tiempo propicio, a la manera y en el tiempo de Dios y que impactan, y el resultado es: Éxito, satisfacción, beneficios, y honra para Dios.

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Frente a las exigencias de la vida.


Como mujer: Por mucho tiempo la mujer fue colocada en un pedestal bien abajo en relación al hombre. Hoy, las cosas han cambiado, muchos y muchas entienden el valor que una mujer tiene. Cuando Jesús nació las normas estaban establecidas: La mujer estaba aislada, no podía hablar en público, no podía valerse por sí misma, era posesión de su padre, de su esposo o de su hijo. En ese ambiente nació Jesús el Hijo de Dios, vino al mundo por medio del cuerpo de una mujer sumisa a la voluntad de Dios, una mujer que encontraba su destino, su identidad por medio de esa experiencia de cumplir la voluntad de Dios. Una mujer que tomó una decisión impactante.

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Como mujeres necesitamos tomar la decisión de proclamarnos tal y como Dios destinó que fuésemos, “Creadas en Cristo Jesús, para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas, de tal manera que tomemos decisiones que impacten al Mundo que nos rodea, descubriendo nuestra identidad en Cristo. (Efesios 1: 3-14).

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Como esposa. Las decisiones que impacten positivamente la vida de nuestros esposos, tienen mucho que ver con la forma en que nos vemos así mismas, en que vemos la vida y a los demás. “Cuál es su pensamiento en su corazón, el tal es él”. (Proverbios 23:7). “El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida”. (Prov. 31: 11,12). Una decisión que impacta en este role: Ser el EZER que Dios hizo de la mujer para el hombre.

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Como madre: Es un gran privilegio SER MADRES, pero esto conlleva, sufrimientos, toma de decisiones que impacten, y ser madres de grande fe en aquel que nos creó y nos dio ese privilegio.
Muchas veces lo que se hace en casa no se valora, mientras que los títulos fuera si son aplaudidos. Sin embargo, no importa, si eres madre, eres uno de los más grandes títulos que existen, porque estás edificando generaciones futuras.

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Influimos para bien o para mal en la vida de otros. La Reina Ester, una mujer que influyó para bien en la vida de su pueblo, porque supo tomar una decisión Impactante.

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¿Qué impacto está haciendo su vida a los que le rodean?

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Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

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Frente a las necesidades del mundo. Es necesario conocerlas, sentirlas y actuar. Mujeres como la Madre Teresa de Calcuta, la Princesa Diana, y otras, impactaron el mundo por decisiones que tomaron, conociendo sus necesidades e identificándose con las personas involucradas. ¿Conocemos cuáles son las necesidades más urgentes en nuestro país? Cuando las personas entienden la necesidad de Dios en sus vidas y dan pasos para el cambio, las cosas cambian y la gente también.

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Frente a la necesidad espiritual.

1. Reconocer su necesidad de Dios. “Sin mi nada podéis hacer” Juan 15:7.

2. Confesar su pecado de vivir según sus propios criterios y no los de Dios. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9.

3. Arrepentirse. Cambiar de rumbo. Dar media vuelta y seguir el camino de Dios. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Dios, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestro pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos dijo Dios” Isaías 55: 7, 8.

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Decisiones que impactan son aquellas que se toman en el tiempo y la manera correctos.


Decisiones que traerán éxito, satisfacción, beneficios como mujer, esposa, madre y fuente de influencia, y sobre todo, Que Honren a Dios. Bendiciones

domingo, 20 de septiembre de 2009

Sin mancha... ni arruga

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Es a veces desapercibido el hecho de que pecamos constantemente, y lo damos por descontado. Hacemos caso omiso de las cosas que hacemos o decimos, o si hemos ofendido a alguien, o pasamos de largo hiriendo con las palabras. Nos levantamos en nuestro orgullo, pensando que somos mejores que nadie, y vemos al del lado por encima del hombro. Y al final de nuestro día, nos acostamos tan tranquilamente como si nada hubiera pasado.

Mujeres de Dios, eso queremos llegar a ser. Tener un corazón agradable a El, y poder ser sensibles a su voz. Eso es lo que nuestra boca predica muchas veces, pero, ¿qué pasa con nuestros actos? y al final de la jornada... ¿Por qué Dios no nos escucha?

Hay una tendencia moderna de que el pecado se obvia, se elimina. Si somos salvas, todo está bien y podemos seguir una vida, aunque en nuestras charlas reina la maledicencia, o el chisme. Y por qué no hablar de la envidia, o los celos. Y dejamos crecer en nuestro corazón todas esas malas hierbas que hacen difícil, casi imposible que Dios entré a pasear por nuestro jardin interior.

Que tener relaciones sexuales, fuera del matrimonio es tan usual. Le hemos quitado al pecado el nombre y le hemos puesto conveniencia. Si todos lo hacen, está bien, sigamos nosotros al rebaño y hagámoslo también. Una mentira puede tener varios colores, y depende el color, pueden ser de negro... pasando por una gama, y la oferta del día ¡Hay mentiras blancas!

Alto. Reaccionemos. Una mentira, es una mentira, no importa que color se le adjudique. Tener relaciones fuera del matrimonio es fornicación. Existe y siempre habrá un nombre para cada pecado. Y el pecado nos aleja de Dios.

Que si un embrión a las tantas semanas de concebido aun no tiene espíritu. Y entonces matémosle porque es una molestia en nuestra relación. Se nos acaba la vida si tenemos un hijo. La verdad, la vida es la vida, y el niño es niño desde el momento en que el espermatozoide se une al óvulo, y el pecado se llama asesinato. No importa en que semana, en que día de la gestación se realizó. Es un crimen. Se llama aborto.

Es lamentable como hacemos cosas en nuestra vida que son atrocidades a los ojos de Dios. Y nos levantamos, nos lavamos las manos y seguimos adelante. Esconder nuestros pecados, a los ojos del mundo es fácil. Pero delante de Dios todas las cosas quedan al descubierto. Es así, y a pesar de lo despreciables que pueden ser nuestros actos, que aún así, Dios nos ha dicho que si volvemos del lugar donde pecamos y volvemos nuestros ojos a El, el limpiara nuestros pecados, no importan si son tan rojos como la grana, y nos volverá blancos como la nieve. (Isaías 1:18) No hay amor más grande, no hay misericordia más hermosa.

Dios quiere una novia sin mancha, ni arruga (su iglesia). Dios quiere que seamos de acuerdo a su semejanza. Es bueno incluir de manera constante una autointrospección. Veámonos a través del cristal con que Dios nos observa. Seamos sinceras con nosotras mismas, y si al final del balance, encontramos con que hay demasiadas manchas y arrugas en nuestras vidas, tengamos la confianza de que si nos acercamos a Dios, no importa cual sea nuestras circunstancias, su amor inmenso siempre será suficiente para limpiarnos, para edificarnos y levantarnos de nuevo.

Esto requiere de nosotras humildad, y arrepentimiento (apartarnos de lo malo y no volver a hacerlo, quitar la maldad de nuestras obras y nuestro corazón). Y entonces podremos preparar el jardin de nuestro corazón, para que Dios siembre sus flores en él, para que pueda pasearse y deleitarse en nosotras, y nuestra voz sea de nuevo escuchada, a cada momento.

El que encubre sus pecados, no prosperará:
Mas el que los confiesa y se aparta,
alcanzará misericordia.
(Proverbios 28:13)RV

lunes, 24 de agosto de 2009

¿Por qué Dios no me oye?

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Hay cosas que nos alejan de Dios. Que quizás no nos damos cuenta y las realizamos a diario. una de ellas y quizás en la que quiero enfocarme el día de hoy es en la altivez del corazón... creernos y tener un concepto mucho más alto de nosotras mismas... que el que deberíamos tener.

Cuantas personas pasan a diario lastimando a otras, sin darse cuenta, sin ser conscientes. Simple y sencillamente porque es una actitud que quizás aprendieron en sus hogares, desde muy niños y lo ven tan normal. El despreciar a una persona, es despreciar a Dios, el hacer acepción de personas, es abominable a Dios y el tener un corazón altivo... es mucho más grave aún. "Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores." (Santiago 2:9)

Hace poco escuche de los labios de una niña, casi adolescente, que ella era racista, porque su madre lo era tambien. Se refería a sus compañeros de clase como lo más bajo... preguntándose como personas con la apariencia diferente a la de ella (piel más oscura, rasgos más indígenas) podían estar en un colegio como el de ella. Una hija de una persona cristiana, y una persona cristiana que desprecia a sus hermanos, error garrafal.

Y es así que muchas veces nos preguntamos ¿por qué Dios no nos escucha? ¿Por qué se aleja de nosotras?, revisemos nuestro actuar diario. Enfaticemos siempre la humildad en nuestra vida, amemos como Cristo amó y despojémonos de todas esas actitudes de soberbia y altivez que quieren hacer nido de nuestro corazón. Nunca es tarde para volver atrás en cuanto a las actitudes negativas y borrarlas de nuestro diario vivir.

Tengamos cuidado de como nos dirigimos a las personas, delante de nuestros hijos. Si tenemos personal de servicio doméstico en nuestro hogar, tratémosles con misericordia, y no los releguemos al papel de esclavos domésticos... esas épocas ya pasaron. Aceptemos que la misericordia y el amor hacia los demás es lo que tiene que estar vigente en nuestros corazones y dejemos por un lado la creencia que tenemos un lugar privilegiado entre los demás... y que eso nos da derecho a sentirnos superiores. Nadie a los ojos de Dios es superior a nadie. Todos somos iguales, y es una tristeza que muchas veces no nos demos cuenta.

Mujeres, somos nosotras las forjadoras de vidas, y el ejemplo que demos a nuestros hijos es primordial para crear generación de vidas humildes al servicio de Dios, con un corazón amplio con una capacidad de amar enorme. Si realmente nos llamamos cristianos, sigamos los pasos de Cristo Jesús, a quien no le importó el origen, ni la condición social de las personas que le seguían, sino vió aún más profundo, vió directo al corazón.

Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes:
Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener,
sino más bien piense de sí mismo con moderación,
según la medida de fe que Dios le haya dado.

Romanos 12:3


jueves, 23 de julio de 2009

Sacando la basura

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La rutina diaria de nuestro hogar es incesantemente estar sacando la basura, y tirando aquello que no permite que nuestro ambiente se sienta fresco y limpio. Imaginemos un hogar donde la basura y los desperdicios se acumulan día a día. Se respiraría un aire contaminado, olores fétidos, y el resultado sería catastrófico, se acumularían los insectos, plagas y quizás enfermedades, aún me atrevería a afirmar, habría peligro de muerte, por las infecciones que esa podredumbre pudiera causar.

Es así con nuestras vidas. Muchas veces no entendemos porque estamos reaccionando de una u otra manera. O por qué las emociones se llegan a apoderar de nuestros pensamientos, llevándonos a una muerte en vida. Muchas veces no entendemos por qué nuestras relaciones con las personas se cortan y no podemos vivir en paz. O simplemente se nos escapó la alegría de vivir, y lo único que despedimos es un olor a amargura y descontento.

Y la razón es porque dejamos acumularse la basura en nuestra alma y en nuestra mente. La ira, el rencor, el enojo, los malos pensamientos. El chisme, la maledicencia, las críticas destructivas. Las pasiones bajas y los malos deseos.

Es urgente que cada día recapacitemos, y sometamos nuestras vidas a un examen de conciencia, para poder detectar de donde salen todas nuestras reacciones negativas. Y que seamos prácticas, y limpiemos nuestras vidas a diario de toda esa basura que estamos acumulando.

Procurar alejarnos de las fuentes que provocan esa podredumbre mental y emocional también sería bueno, y dejar por un lado los malos hábitos y las malas costumbres. Es muy fácil dejar entrar lo malo... más aún, dejarlo habitar en nosotros y requiere un esfuerzo muy grande de nuestra parte, realizar la tarea de limpieza. Pero no es imposible.

Doblar las rodillas en oración día a día, pidiéndole al Señor nuestro Dios que quite todas las cargas de nuestro corazón, que limpie nuestras mentes y que su Santo Espíritu, el cual habita en nosotros, pueda tomar control de todos aquellos desórdenes carnales que puedan estar surgiendo en nosotras.

Disciplinar nuestra vida y mente a mantenernos alejadas de todo eso que nos daña, y nos aleja de nuestro prójimo y de Dios. Y así, mantener este hogar interior limpio y fresco, una vida que refleje la paz y la armonía, el amor de Dios. Y que su aroma, se un fragante incienso delante de Dios y de los hombres. ¡Empecemos la labor ahora mismo!

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad.
(Filipenses 4:8)

miércoles, 8 de julio de 2009

El Miedo

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Existen infinidad de mujeres hoy en día que no salen a la calle por el llamado "pánico". Hay muchas personas que no toman decisiones valederas para su vida porque se conforman con lo que tienen y les da "temor" dar un paso adelante. Nos llena el miedo a la enfermedad, nos embarga el miedo al futuro. Tenemos pánico que las situaciones que más tememos... nos lleguen a alcanzar.

El mundo está sumido bajo el control del "miedo". Por miedo a esto o a aquello no nos atrevemos a creerle a Dios, y no vivimos vidas plenamente completas y felices. Hace mucho tiempo, según nos relata la Biblia, existían personas a quienes su valor y su creencia les dió el galardón de ser llamados "valientes". Hoy en día existen algunas personas que conocemos que podríamos también llamar así pero son pocos... los valientes escasean.

El miedo no es sino la manera en que la gente hace caso de las mentiras del diablo. Simple y llanamente, y hablándolo en terminología cristiana, es así. Abrimos nuestros oídos a tantas cosas negativas, y nos vivimos cuidando de que no suceda. La fé, cuya definición en la Biblia es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1) puede actuar tanto de forma "positiva" como en forma "negativa". Y he aqui donde debemos tener cuidado de que todo lo que nuestra boca proclame o nuestra mente piense no se convierta en una fe negativa que atraiga a nosotros todo eso en lo que estamos creyendo.

Mi padre siempre ponía como ejemplo (y creo que es un ejemplo muy utilizado a nivel mundial) como si en una hoja blanca hay un puntito negro, nuestros ojos se desvían a ver el punto negro y no el amplio lienzo blanco que lo rodea. Es así con las cosas a las cuales les tenemos temor. La pobreza, la escasez, el divorcio, la enfermedad, la muerte... y tanta cosa negativa, que viene a nuestra mente... escuchamos la voz del diablo... y hacemos a un lado la voz de Dios.

Está establecido también que el diablo es "padre de mentira"... entonces... ¿Por qué escucharle y hacerle caso? ¿Por qué vivimos en una negatividad tremenda diariamente esperando lo peor? cuando Dios nos ha dicho que seremos bendecidos sobreabundantemente, y lo repite sin cesar a lo largo de todas las escrituras.

Es tiempo que renovemos nuestra mente, es tiempo que como mujeres de Dios, hijas de un Padre que es el rey de todas las verdades, podamos creer en fé positiva para nuestras vidas. Que tengamos la certeza de que lo que nos espera, es bueno, y nada más que eso. Que si bien es cierto, no es fácil llegar a alcanzarlo -hay que luchar- tampoco es imposible y está ahi para que nosotras lo alcancemos. Paz, bendición, abundancia, provisión, vida, salud, unión para nuestras familias. Y mil bendiciones más están ahi... para que corramos por ellas.

Si en tu vida quiere entrar el temor, abrázate a la Palabra y escudríñala, te darás cuenta de que para cada situación hay una respuesta, y para cada miedo, hay una esperanza de verdad. Creeamosle a nuestro Dios.

Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?

Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.

No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.

He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.

Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.

El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.

Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.

Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.

(Salmo 121) RV

miércoles, 24 de junio de 2009

No con la misma moneda

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Las relaciones interpersonales, son muchas veces difíciles y complicadas. El convivir con alguien día a día muchas veces, en vez de convertirse en una alegría se vuelve en una guerra sin cuartel, y las palabras, y las actitudes con las personas con las que convivimos, se convierten en lanzas, puntas de daga mortales, con las cuales creamos heridas que van rompiendo nuestra armonía y felicidad.

El actuar impulsivamente, el actuar con la ley del talión ("ojo por ojo, diente por diente") es una actitud nada cristiana, y muy vengativa. Es ahi cuando nuestro carácter de mujeres cristianas tiene que salir a relucir.

Cuando alguien te hiere, y crea una herida en tí, no necesariamente tu tienes que responder con otra herida mayor, o de igual tamaño. Es tu sabiduría vrs. la insensatez de la otra persona. Guardar el control, analizar la situación y preguntarte por qué está causando dichas heridas tu agresor, es el primer paso.

Doblar las rodillas y pedir por sabiduría es el paso a seguir. Y como bálsamo aplicar el "perdón". La actitud de Jesucristo al decir que si alguien te pega en una mejilla, ofrécele la otra... no es una actitud absurda, encierra un significado profundo, de enseñarle a nuestros agresores el poder del perdón, y de la actitud certera de decir "yo no soy como tú, no actuaré como tú, no me dejaré llevar por mis impulsos para hacerte daño, como tu me lo estás haciendo".

Es muy difícil en estos días guardar una actitud cuerda y moderada ante los agravios. Lo más común, es la venganza, y el pago inmediato, con una respuesta mucho más grosera y dura. La gente si no ve una respuesta agresiva, nos ataca de pasivas y hasta por que no decirlo, de tontas. Sin embargo hay una manera mucho más excelente de arreglar las cosas. Detenernos un momento y analizar por que nos están agrediendo. Muchas veces tenemos la opinión de que todo el mundo nos hiere y no nos damos cuenta que muchos de los agravios que recibimos son la respuesta a nuestras actitudes negativas. No estamos conscientes de que las tenemos. Vamos por la vida sembrando y cosechando... esa ley no falla.

La falta de comprensión es otro aspecto que puede provocar situaciones como estas. El no escuchar las necesidades de las otras personas. Y por que no decirlo, el egoismo, de querer tener siempre la razón y no dar nuestro brazo a torcer.

Es importante que seamos sensatas, que analicemos nuestros comportamientos, y que en un momento podamos acudir, y asirnos de ese recurso tan hermoso que Dios nos dá: el perdón. Y que busquemos un mejor camino para nuestras relaciones, ya sean amorosas, de amistad o de fraternidad. Ser promotoras de la paz, no de la violencia. Tener la palabra bien sazonada, no la respuesta amarga e hiriente, y sobre todas las cosas, demostrar nuestro carácter cristiano ante estas situaciones. Autocontrol y disciplina en nuestras respuestas. Y seremos sal, del mundo, seremos la sazón, que da sabor y color a la vida de cuantos nos rodean.

Amad a vuestros enemigos,
haced bien a los que os aborrecen;

bendecid a los que os maldicen
y orad por los que os calumnian.

Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra;

y al que te quite la capa,
ni aun la túnica le niegues.

Lucas 6:27-29


martes, 16 de junio de 2009

Multipliquemos

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A mucha gente le gusta sumar, sumar posesiones, sumar amistades, añadir cosas a su vida, y mientras más tienen, más satisfechas se sienten. Pero hay un concepto aún más excelente, multiplicar.

Cuando sumas, añades, para tí. Es una operación en cierta forma egoista, porque te llenas, te satisfaces. Cuando multiplicas, das a otros. Cuando multiplicas, la suma se convierte en algo progresivo, y puedes afectar a otros, no solo a tí misma.

Cuando tengas oportunidad de tender la mano, de conectar personas para beneficiarse. Cuando en tus manos esté el multiplicar tus provisiones y compartirlas con otros. Hazlo.

No te quedes con la simple suma de tener más tener. Obtener más obtener. Mejor multiplica. La aritmética de la vida es simple... y mientras más multiplicas, más añades, no solo para tu bien, sino para el bien de los demás.

Tenemos la bendición de ser seres multiplicadores por excelencia. Jesús lo fue, cuando dió de comer a multitudes. Cuando en sus sermones, las bendiciones eran recibidas por muchos. Cuando al morir en la cruz, abrió el camino para que todos los que en el creyéremos llegaramos de manera segura al Padre. Seamos agentes multiplicadores. No te quedes con lo que tienes para tí, aun me atrevería a decir, no te conformes con cubrir sólo a tu círculo interior, tu familia, al contrario, expande tu territorio, salpica a otros con las bendiciones que tu tienes.

¿Qué propósito tiene una vida egoísta? ¿Qué satisfacción hay en acaparar? La vida fue hecha para expandernos, para abrir los brazos, para dar a manos llenas. Y cuando tu más des, tu Dios, padre que está en los cielos, abrirá las ventanas para que la provisión nunca falte en tu vida.

En todo os he enseñado que, trabajando así,
se debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del Señor Jesús,
que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.

(Hechos 20:35 RV)