miércoles, 24 de junio de 2009

No con la misma moneda

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Las relaciones interpersonales, son muchas veces difíciles y complicadas. El convivir con alguien día a día muchas veces, en vez de convertirse en una alegría se vuelve en una guerra sin cuartel, y las palabras, y las actitudes con las personas con las que convivimos, se convierten en lanzas, puntas de daga mortales, con las cuales creamos heridas que van rompiendo nuestra armonía y felicidad.

El actuar impulsivamente, el actuar con la ley del talión ("ojo por ojo, diente por diente") es una actitud nada cristiana, y muy vengativa. Es ahi cuando nuestro carácter de mujeres cristianas tiene que salir a relucir.

Cuando alguien te hiere, y crea una herida en tí, no necesariamente tu tienes que responder con otra herida mayor, o de igual tamaño. Es tu sabiduría vrs. la insensatez de la otra persona. Guardar el control, analizar la situación y preguntarte por qué está causando dichas heridas tu agresor, es el primer paso.

Doblar las rodillas y pedir por sabiduría es el paso a seguir. Y como bálsamo aplicar el "perdón". La actitud de Jesucristo al decir que si alguien te pega en una mejilla, ofrécele la otra... no es una actitud absurda, encierra un significado profundo, de enseñarle a nuestros agresores el poder del perdón, y de la actitud certera de decir "yo no soy como tú, no actuaré como tú, no me dejaré llevar por mis impulsos para hacerte daño, como tu me lo estás haciendo".

Es muy difícil en estos días guardar una actitud cuerda y moderada ante los agravios. Lo más común, es la venganza, y el pago inmediato, con una respuesta mucho más grosera y dura. La gente si no ve una respuesta agresiva, nos ataca de pasivas y hasta por que no decirlo, de tontas. Sin embargo hay una manera mucho más excelente de arreglar las cosas. Detenernos un momento y analizar por que nos están agrediendo. Muchas veces tenemos la opinión de que todo el mundo nos hiere y no nos damos cuenta que muchos de los agravios que recibimos son la respuesta a nuestras actitudes negativas. No estamos conscientes de que las tenemos. Vamos por la vida sembrando y cosechando... esa ley no falla.

La falta de comprensión es otro aspecto que puede provocar situaciones como estas. El no escuchar las necesidades de las otras personas. Y por que no decirlo, el egoismo, de querer tener siempre la razón y no dar nuestro brazo a torcer.

Es importante que seamos sensatas, que analicemos nuestros comportamientos, y que en un momento podamos acudir, y asirnos de ese recurso tan hermoso que Dios nos dá: el perdón. Y que busquemos un mejor camino para nuestras relaciones, ya sean amorosas, de amistad o de fraternidad. Ser promotoras de la paz, no de la violencia. Tener la palabra bien sazonada, no la respuesta amarga e hiriente, y sobre todas las cosas, demostrar nuestro carácter cristiano ante estas situaciones. Autocontrol y disciplina en nuestras respuestas. Y seremos sal, del mundo, seremos la sazón, que da sabor y color a la vida de cuantos nos rodean.

Amad a vuestros enemigos,
haced bien a los que os aborrecen;

bendecid a los que os maldicen
y orad por los que os calumnian.

Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra;

y al que te quite la capa,
ni aun la túnica le niegues.

Lucas 6:27-29


martes, 16 de junio de 2009

Multipliquemos

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A mucha gente le gusta sumar, sumar posesiones, sumar amistades, añadir cosas a su vida, y mientras más tienen, más satisfechas se sienten. Pero hay un concepto aún más excelente, multiplicar.

Cuando sumas, añades, para tí. Es una operación en cierta forma egoista, porque te llenas, te satisfaces. Cuando multiplicas, das a otros. Cuando multiplicas, la suma se convierte en algo progresivo, y puedes afectar a otros, no solo a tí misma.

Cuando tengas oportunidad de tender la mano, de conectar personas para beneficiarse. Cuando en tus manos esté el multiplicar tus provisiones y compartirlas con otros. Hazlo.

No te quedes con la simple suma de tener más tener. Obtener más obtener. Mejor multiplica. La aritmética de la vida es simple... y mientras más multiplicas, más añades, no solo para tu bien, sino para el bien de los demás.

Tenemos la bendición de ser seres multiplicadores por excelencia. Jesús lo fue, cuando dió de comer a multitudes. Cuando en sus sermones, las bendiciones eran recibidas por muchos. Cuando al morir en la cruz, abrió el camino para que todos los que en el creyéremos llegaramos de manera segura al Padre. Seamos agentes multiplicadores. No te quedes con lo que tienes para tí, aun me atrevería a decir, no te conformes con cubrir sólo a tu círculo interior, tu familia, al contrario, expande tu territorio, salpica a otros con las bendiciones que tu tienes.

¿Qué propósito tiene una vida egoísta? ¿Qué satisfacción hay en acaparar? La vida fue hecha para expandernos, para abrir los brazos, para dar a manos llenas. Y cuando tu más des, tu Dios, padre que está en los cielos, abrirá las ventanas para que la provisión nunca falte en tu vida.

En todo os he enseñado que, trabajando así,
se debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del Señor Jesús,
que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.

(Hechos 20:35 RV)

martes, 2 de junio de 2009

Lo que es correcto

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Como mujeres de Dios muchas veces enfrentaremos encrucijadas en nuestra vida. Retos enormes que pondrán a prueba nuestra dignidad, nuestro valor y nuestra honestidad. Hay ocasiones en que las cosas se disfrazan de piedad, cuando en la realidad son actos que no agradan a Dios y acarrean, no solo cosas malas, sino falta de bendición a nuestra vida.

Debemos estar alertas. El mal nunca se nos presentará de forma desagradable, siempre será algo atractivo, tentador, incluso hermoso. Es ahi cuando debemos tomar todo nuestro valor y sentar nuestro paso como hijas de un Dios altísimo. No todo lo que nos conviene es lo correcto. No todo lo que nos genera un bienestar temporal es lo que nos beneficiará en lo eterno.

Renunciar y obedecer. Ser hijas dignas de un Dios verdadero. Seguir todo lo correcto y todo lo bueno es lo que él nos demanda si realmente queremos ser llamadas sus princesas y sus niñas mimadas. A pesar del dolor que esto pueda conllevar en su momento. Y el Dios que conoce nuestros corazones, bendecirá estos actos de justicia.

Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;
todas las cosas me son lícitas,
mas yo no me dejaré dominar de ninguna.

1a. Corintios 6:12