miércoles, 7 de mayo de 2008

LA TERNURA.

Todos tenemos necesidad de dar y recibir amor. Si no hacemos así, la vida se oscurece.

Para vivir la ternura no se necesitan grandes cualidades. Basta decir con espontaneidad el amor, sin avergonzarse.

La verdadera ternura se conjuga en voz activa y voz pasiva. No sólo hay que darla sino recibirla con espontaneidad y alegría.

La ternura debe expresarse con naturalidad y en todo momento, pero sobre todo en los momentos tensos y difíciles.

La ternura no es amanerada ni trivial. Menos aún no se compagina con la agresividad.

Vivir la ternura no significa ser débil, manejable sino generoso y acogedor. La ternura no se riñe con la energía.. La ternura no es exclusiva de la relación madre hijo. La familia, los hermanos y compañeros agradecen también este sentimiento.

A ser tierno, se aprende cada día con amor. Nunca es tarde para empezar a practicarla.

No confunda nunca la sexualidad con la ternura. Si bien es difícil entender la verdadera sexualidad sin ternura.

Dar, expresar, acoger y recibir ternura es siempre muestra evidente de madurez.

“Al contacto del amor todo el mundo se vuelve poeta”

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