Cuando un día, el dolor tomó mi mano, conocí de frente a la tristeza, la pena y el llanto se marcharon, al sentir el amor y su grandeza. La soledad, querida compañera, la que con tanto miedo rechazaba,me mostró la paz y la armonía de los momentos que con ella estaba.Comprendí, el sentido de la vida, viviendo el amor y la desdicha,sintiendo la alegría y la tristeza, conociendo lo breve de la vida.
Aprendí el valor de la paciencia, a calmar los vientos de mi ira,a llenar con mares de esperanza las zonas más oscuras de mi vida.Es así, que aprendí a vivir. Por todo ello... aprende a vivir sin espinas. ¡No empieces el día de hoy con las espinas de ayer! El día de ayer y todos los días y años anteriores han pasado ya, están enterrados en el Tiempo.Y no puedes cambiar ya nada en ellos.
¿Te han quedado espinas? ¡No las traigas arrastrando! Porque seguirán pinchándote cada día hasta no dejarte vivir. Hay espinas que puedes sacudirte echándoselas en las manos de Dios.
Hay heridas de espinas que puedes curar si sabes perdonar de veras. Y hay heridas que por mucho que intentes, no podrás curarlas. Pero ven a JESÚS el las sanará.
!Mas yo haré venir sanidad para tí, y sanaré tus heridas, dice Dios...!!!
(Jeremías 30:17).
No hay comentarios:
Publicar un comentario