martes, 1 de julio de 2008

TOLERANCIA.

La mayor fuerza de la humanidad no consiste en las armas de fuego, puños, ni en un poderío militar, sino en la capacidad de tolerancia. Todo tipo de fuerza debe inclinarse delante de quien tolera.
No responder a las blasfemias cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio.
Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan.
Si nos mantenemos en silencio usándolo como arma contra las blasfemias, evocando la conciencia de quien las pronunció, esta fuerza es, naturalmente, mayor.
Mantenerse calmo frente a los infortunios cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. Si la intención es buscar venganza de un odio momentáneo, no alcanzará el éxito de grandes hazañas.
Frente a la envidia y el odio de otros no responder igualmente con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad.
Si alguien lo insulta y difama, acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Cuanto más oscuro es el lugar, mayor es la necesidad de mantener encendida la luz del alma. Por lo tanto, ante las difamaciones, aquellos que nos difaman deben ser influenciados con ética, compasión y misericordia; solamente así la superaremos, con moralidad y tolerancia

El verdadero vencedor tiene la fuerza de la tolerancia y el coraje de asumirla frente a los insultos y opresiones.

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