miércoles, 23 de julio de 2008

AGRADECIMIENTO.


Qué gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos"

La gratitud, que es la memoria del alma, es la virtud que caracteriza a los hombres nobles.
Todo cristiano debe tomar tiempo para alabar a aquel que nos ha dado amparo durante pruebas, luchas, batallas y victorias.

La gratitud hacia Dios se debe reflejar no sólo en las palabras, sino principalmente, en los hechos de nuestra vida.
Nuestra sociedad sería muy diferente si todos viviéramos agradecidos con Dios y con nuestro prójimo.
La gratitud ennoblece el carácter de una persona. Nos hace mejores personas con quienes vivir. El hombre agradecido vivirá siempre rodeado de amigos.
Nada ilumina la vida- la nuestra y la de los demás- tanto como el espíritu agradecido.

Cuando usted vive dando gracias está alegre, es positivo y le alumbra la luz de la esperanza. La persona que recibe nuestra gratitud sentirá que sus esfuerzos han sido apreciados; lo cual, le estimulará a seguir prestando sus servicios y, por tanto, su vida espiritual saldrá ganando. También salen ganando los que, de ahí en adelante, reciben los servicios de ésta persona. Aunque sólo fuera por hacer este beneficio, valdría la pena ser agradecidos.

Ojala que nuestra gratitud hacia Dios halle expresión en que resolvamos llevar una vida menos egoísta y más consagrada a Jesucristo. Que cuando nos sentemos frente a nuestras mesas llenas de alimentos, no olvidemos que la mitad de los habitantes del mundo se acuestan con hambre todas las noches.
No sea del grupo de los quejumbrosos, de los pregoneros del mal que sólo saben lamentarse y renegar. Cuídese además, de aquellos que son la crónica roja ambulante; en un instante le roban la paz del corazón.

"Señor que tanto me has dado, sé misericordioso y concédeme algo más: Un corazón agradecido". Yo se muy bien que, "la mano que se levanta para dar gracias nunca se retira vacía".

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