A nadie le gusta esperar, porque implica que no tenemos el control. Ya sea que estemos en una cola de la caja del mercado o esperando a la compañía de electricidad, otra persona parece estar a cargo de la situación. Pero el pasar a la línea de la caja, nos permite pensar que tenemos el dominio sobre nuestra vida. Dolorosamente, cuando como cristianos nos aferramos a la ilusión del control, sacrificamos un principio vital de una vida bendecida: jamás creceremos en nuestra relación con Dios, hasta que aprendamos a esperar en Él.
Pausar para recibir nuevas instrucciones del Señor es esperar con determinación la intervención de Dios en nuestra vida. Mientras esperamos, Él está actuando, preparando los corazones y dirigiendo las circunstancias. Podemos tener la absoluta confianza de que Él responderá de la mejor manera y en el tiempo oportuno.
David sabía de esperar. Dios le prometió el trono de Israel, y luego permitió que se convirtiera en un fugitivo durante diez años. Acosado por el rey Saúl, David aprendió una valiosa lección: “Sólo en Dios halla descanso mi alma” (Salmo 62:1 NVI). Pudo haber matado a Saúl en dos ocasiones, pero no lo hizo. Comprendió que controlar las circunstancias violaba la voluntad y el plan de Dios. El aprender a hacer una pausa para recibir instrucción divina exige dos cosas de nosotros. Primero, debemos ser sensibles a la voz de Dios, lo cual exige que leamos Su Palabra y le pidamos que Él hable a nuestro corazón. Segundo, debemos confiar en Él. Si esperamos en el Señor, recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.
Pausar para recibir nuevas instrucciones del Señor es esperar con determinación la intervención de Dios en nuestra vida. Mientras esperamos, Él está actuando, preparando los corazones y dirigiendo las circunstancias. Podemos tener la absoluta confianza de que Él responderá de la mejor manera y en el tiempo oportuno.
David sabía de esperar. Dios le prometió el trono de Israel, y luego permitió que se convirtiera en un fugitivo durante diez años. Acosado por el rey Saúl, David aprendió una valiosa lección: “Sólo en Dios halla descanso mi alma” (Salmo 62:1 NVI). Pudo haber matado a Saúl en dos ocasiones, pero no lo hizo. Comprendió que controlar las circunstancias violaba la voluntad y el plan de Dios. El aprender a hacer una pausa para recibir instrucción divina exige dos cosas de nosotros. Primero, debemos ser sensibles a la voz de Dios, lo cual exige que leamos Su Palabra y le pidamos que Él hable a nuestro corazón. Segundo, debemos confiar en Él. Si esperamos en el Señor, recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.