martes, 25 de marzo de 2008

ESPERAR CON GRACIA ....


A nadie le gusta esperar, porque implica que no tenemos el control. Ya sea que estemos en una cola de la caja del mercado o esperando a la compañía de electricidad, otra persona parece estar a cargo de la situación. Pero el pasar a la línea de la caja, nos permite pensar que tenemos el dominio sobre nuestra vida. Dolorosamente, cuando como cristianos nos aferramos a la ilusión del control, sacrificamos un principio vital de una vida bendecida: jamás creceremos en nuestra relación con Dios, hasta que aprendamos a esperar en Él.
Pausar para recibir nuevas instrucciones del Señor es esperar con determinación la intervención de Dios en nuestra vida. Mientras esperamos, Él está actuando, preparando los corazones y dirigiendo las circunstancias. Podemos tener la absoluta confianza de que Él responderá de la mejor manera y en el tiempo oportuno.
David sabía de esperar. Dios le prometió el trono de Israel, y luego permitió que se convirtiera en un fugitivo durante diez años. Acosado por el rey Saúl, David aprendió una valiosa lección: “Sólo en Dios halla descanso mi alma” (Salmo 62:1 NVI). Pudo haber matado a Saúl en dos ocasiones, pero no lo hizo. Comprendió que controlar las circunstancias violaba la voluntad y el plan de Dios. El aprender a hacer una pausa para recibir instrucción divina exige dos cosas de nosotros. Primero, debemos ser sensibles a la voz de Dios, lo cual exige que leamos Su Palabra y le pidamos que Él hable a nuestro corazón. Segundo, debemos confiar en Él. Si esperamos en el Señor, recibiremos lo mejor que Él tiene para nosotros.

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